1. Introducción

Mucho antes de que Portugal lograra su actual independencia de la corona española, existieron algunos intentos para alcanzar una mayor autonomía, e incluso la independencia temporal durante un buen periodo de años. Corría el año 1578 cuando la muerte del joven rey Sebastián y parte de la nobleza portuguesa en la batalla de Alcazarquivir contra Marruecos, provocó que subiese al trono el rey cardenal Enrique I de Portugal, que murió dos años después; con lo que se abrió una crisis sucesoria en 1580 que se resolvió con la llamada unión ibérica entre Portugal y España, durante la cual los dos reinos tuvieron coronas separadas pero gobernadas por el mismo rey. Desde ese mismo año y hasta 1640, Portugal vivió bajo el dominio de la rama española de la Casa de Austria, con la proclamación de Felipe II de España, hijo de Carlos I de España e Isabel de Portugal, como Rey de Portugal bajo el nombre de Filipe I (éste fue el primero de tres reyes españoles). Durante este periodo, se limitaron los privilegios de la nobleza portuguesa. Los impuestos aumentaron y la población empobrecía, siendo el imperio amenazado por Inglaterra y Países Bajos, tradicionales enemigos de España. 

El sentimiento de autonomía fue creciendo entre los portugueses y en 1640 tuvo lugar una revuelta, en la que un grupo de conspiradores de la nobleza aclamó al Duque de Braganza como rey de Portugal, con el título de Juan IV (1640-1656), dando inicio a la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza. El momento estuvo bien escogido, ya que la Casa de Austria afrontaba en esa época los problemas derivados de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la Revuelta de los Catalanes. El esfuerzo nacional portugués se mantuvo durante 28 años; la llamada Guerra de Restauración portuguesa consistió principalmente en una serie de escaramuzas cerca de la frontera luso-española (La Raya), y cinco batallas principales (batalla de Montijo el 26 de mayo de 1644, batalla de las Líneas de Elvas en 14 de enero de 1659, batalla de Ameixial o de Estremoz en 8 de junio de 1663, batalla de Castelo Rodrigo o de Salgadela en 7 de julio de 1664, batalla de Villaviciosa o de Montes Claros en 17 de junio de 1665); los portugueses ganaron todas estas batallas. Desde el comienzo de la guerra, las incursiones y correrías de los portugueses por las poblaciones cacereñas más cercanas a la frontera: en Sierra de Gata, en el Partido de Alcántara, en Valencia de Alcántara y sus aledaños, comenzaron a verse como un grave problema de seguridad entre los ciudadanos. La distancia máxima de estos lugares con respecto a la frontera era de unos 30 kilómetros aproximadamente; sin embargo, la lejanía no era en absoluto sinónimo de seguridad, ya que existieron incursiones portuguesas documentadas a poblaciones situadas a 60 kilómetros en línea desde la frontera(1). Ante esta continua amenaza de invasión, la construcción de elementos defensivos en los pueblos próximos a la frontera, pueblos rayanos, sería la solución más empleada para salvaguardarse del vecino enemigo. Pero en ocasiones no era posible proteger todo el núcleo urbano y los habitantes realizaron cercas y murallas en aquellos edificios que por sus características, dimensiones y tipología sobresalían por encima del resto, dotándolos de recursos arquitectónicos que los hacía más sólidos, resistentes e inexpugnables, tal es el caso de las iglesias(2). De esta manera, conocemos por referencias tanto documentales como gráficas la existencia diversas tipologías de fortificación en hasta 31 pueblos de La Raya extremeña con Portugal(3). Los planos, inéditos en cuanto a su estudio, conservados en la colección Gaignières, en la Biblioteca Nacional de Francia, sobre algunos de los fuertes y fortalezas de La Raya cacereña (Acehuche, Alcántara, Brozas, Cadalso, Cilleros, Eljas, Herrera de Alcántara, Moraleja, San Martín de Trevejo, Torre de Don Miguel, Trevejo, Valverde del Fresno, Villamiel) nos aportan una nueva e interesante visión gráfica a los abundantes estudios existentes sobre la Guerra con Portugal.

La paz fue alcanzada con el Tratado de Lisboa de 1668, mediante el cual se ponía fin a la Guerra de Restauración con Portugal iniciada en 1640. Supuso el reconocimiento oficial por parte de España, de la independencia portuguesa de la corona española. 


(1) Sociedad y conflicto bélico en la Edad Moderna: Extremadura ante la Guerra con Portugal (1640-1668) por Felicísimo GARCÍA BARRIGA.
(2) Aspectos defensivos en la arquitectura religiosa de La Raya Luso-Extremeña por Berta M. Bravo Escudero. 
(3) Sociedad y conflicto bélico en la Edad Moderna: Extremadura ante la Guerra con Portugal (1640-1668) por Felicísimo GARCÍA BARRIGA.